MAL DE OJO_Pinturas de Cristian Oliva Vergara




 "El mal de ojo es una creencia popular​ supersticiosa​ que está extendida en muchas civilizaciones, según la cual, una persona tiene la capacidad de producir daño, desgracias, enfermedades e incluso llegar a provocar la muerte a otra sólo con mirarla.

Wikipedia

Sin embargo, es importante distinguir entre el amuleto y el mal de ojo. Aunque a menudo al primero lo denominamos "mal de ojo", ese objeto a menudo llamado nazar es en realidad el talismán destinado a proteger del verdadero mal de ojo: una maldición transmitida a través de una mirada maliciosa por lo general alimentada por la envidia.

Y aunque el nazar existe desde hace miles de años, la maldición que repele es mucho más antigua y difícil de rastrear.


El principal síntoma de un niño con mal de ojo (o también llamado aire) es un llanto particular. Un llanto que no es de necesidad o de capricho, un llanto sin fondo, sin causa aparente y sin parar. Un desconsuelo. Un vacío. Un desasosiego, más o menos, se puede decir, de orden espiritual.



En estos meses de convulsión social y confinamiento, el arte no se detiene.
El COVID 19 se propaga por las secreciones. Las mascarillas, los protectores faciales, los anteojos y el distanciamiento social son uno de los escudos; el rito obligado e imprescindible. Todos estamos expuestos y afectados. Ojeados desconocemos que talismán usar, cual es el adecuado.

Cristian Oliva improvisa un taller en el balcón de su pequeño departamento.
La Pintura no espera, exige su ejecución y tributo.

Cristian sintetiza todas las edades de su experiencia en una mirada. La mirada del hombre. La misma que promueve el arrojo del gesto.
La superficie demanda el contacto.
El hombre resiente la falta de roce de un otro que lo interpele.

Pero una de esas miradas es la del niño, que nada sabe de pandemias ni de amuletos. 
El niño se moja y se embarra. Toca. No entiende de distancias, todo le es cercano, próximo.
Para pintar Oliva se despoja. 
Desnudo, desliza sus pigmentos e inevitablemente nos contagia. Y es la vida que se fuga inevitablemente. Es la materia coagulada por el oficio que trata de alcanzar su deseo, que plasma sus recuerdos.

Por unos momentos olvidamos el desasosiego. Cristian mientras pinta y habla de su obra y nosotros, mientras las observamos.


Hugo Robles Lama.



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