“La persistencia del rojo, 24 óleos acompañándo al papa Inocencio X”


La persistencia del rojo, 
24 óleos acompañándo al papa Inocencio X 
de Edgar del Canto 


Zeitgeber, es un término alemán que carece de una equivalencia en castellano.
Zeit (tiempo) y geber (dador).
Un concepto-clave, un sincronizador que hace coincidir el ritmo interno.
El Zeitgeber más común tanto para plantas como animales es la luz, aunque también funcionan como sincronizadores la temperatura, la disponibilidad de alimento, las interacciones sociales y manipulaciones farmacológicas. Para mantener la sincronía entre el reloj y el medio ambiente, los zeitgebers inducen cambios en las concentraciones de los componentes moleculares del reloj a niveles que coinciden con la fase apropiada del ciclo de 24 horas, proceso denominado en inglés entrainment (reordenamiento).​

El término alemán llegó al inglés cuando Jürgen Aschoff, uno de los fundadores de la cronobiología, lo utilizó en la década de 1960.(1) 

Los ritmos circadianos (del latín circa, que significa ‘alrededor de’ y dies, que significa ‘día’) son cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario, y que responden, principalmente, a la luz y la oscuridad en el ambiente de un organismo." (2)

El Trastorno del sueño por alteración del ritmo circadiano (TSRC).
Se caracteriza por la insuficiencia del ritmo circadiano biológico para ajustarse al ciclo de 24 horas de luz-oscuridad ambiental, siendo de más duración.
Los individuos afectados tienen ciclos de vigilia-sueño de 24.5 horas
a 25 horas.(3)



     El montaje La persistencia del rojo, 24 óleos acompañándo al papa Inocencio X de Edgar del Canto es un Zeitgeber múltiple.

El conjunto de la serie de las 24 telas que acompañan su versión re encuadrada del retrato del papa Inocencio X de Velázquez, nombran la ausencia del cuadro que falta (4),dan cuenta de un ciclo fuera de norma; habilitan el muro, en cuanto poliedro relacional y a su espacio intersticial.

La serie se complementa con el cuadro icónico de donde extrae sus muestras. Muestras que se re configuran y se vuelven autónomas.(Las leemos como partes de un cuerpo solo por proximidad).

El re encuadre de esta versión del retrato papal y su marco potencian su condición de objeto; subraya el doble acento del límite.

El folio plegado de la misiva en la mano izquierda del retratado (en esta versión: descabezado -fuera del canon del género, sin rostro-) teatraliza el misterio literal de su contenido. En este montaje cada componente se atrae y se tensa en el juego de fuerzas controladas, magnéticas, de una composición cuidada.

El artista nos interpela. Su obra nos impone un ciclo de vigilia y atención extremo.

Del retratado, nos entrega el examen, los indicios de su vestimenta, que en la serie, se vuelven solo pintura. Pintura que se representa en cuanto al óleo, como sustancia, con toda su carga cultural e histórica.
El óleo traduce en todas sus densidades, los tejidos expuestos en la re interpretación figurativa. Los tejidos manufacturados, las prendas de la investidura, el rango, y, los otros, los orgánicos, que exhiben el drapeado de la carne y su corrupción biológica, con esa matizada persistencia de rojo.


Hugo Robles 

Santiago, 31 de Mayo de 2020


(4) El cuadro ausente, falta justo en el punto de salida en nuestro sistema de lecto-escritura; 
cumple la función gramatical de los puntos suspensivos, que habilitan y articulan el vértice de los muros, 
el marco del retrato, pleonasmo y doble acento en la elección del encuadre, que atentan contra el canon 
del género del retrato. 








Perseverar o persistir en el r(ojo)


¿Por qué persistir?,  ¿persistir en qué ?,  ¿ persistir con qué?, ¿persistir en la pintura? , ¿en el acto de pintar? . Perseverar con la mirada y la mano, ahí la reiteración de una acción,  colocar capas de color, manchar,  mezclar, hasta vaciar lo figurativo por medio de la mancha, pura mancha, que aparezca solo materia, solo color y textura, la pintura como un acto de resistencia, como una pérdida de tiempo o como una ganancia del mismo. “Persistencia del rojo”, es un montaje pictórico realizado por EdC, está compuesta por 24 pinturas,  óleo sobre tela,( bastidores de 40 x 40 cms) emplazados sobre un muro, son módulos que se repiten generando una cuadrícula mayor que se extiende por el muro, EdC, realiza un montaje lineal cuatro hileras horizontales que contienen 5 módulo y una quinta línea que contiene 4 módulos, se genera una representación cartográfica, una trama, genera un orden (aleatorio o azaroso pero orden al fin ) en ese mar de r(ojos), se generan relaciones tonales por acercamiento y por distancia, parece ser una  cuadricula cartográfica o cuadrícula para dibujar, nos alejamos para poder “ver”, para reafirmar lo que creemos, esas pinturas forman parte de una pintura mayor o ¿son alguna sección o fragmento de ella ? Sin embargo ,la distancia y el posterior acercamiento nos indica que ello no es cierto, no hay alusión a nada figurativo , es solo color, mancha y textura.  EdC  arma una puesta en escena con estos 24 módulos, sin embargo el rectángulo perfecto no se constituye, falta un módulo, queda un espacio vacío, el montaje de la trama no está cerrado, podríamos hablar entonces que es una pintura site specific, donde se ha dejado abierta la posibilidad de seguir aumentando en cantidad según los requerimientos del espacio o del autor.
 Frente de este panel, en otro muro, instalado en el centro, cuelga una pintura figurativa, es una cita al retrato de Inocencio X ( original pintado por el pintor español Diego Velázquez), esta es una obra temprana de EdC, de otro tiempo, se encuentra enmarcada  con un marco de color dorado, en ella pinta el gesto y la vestimenta, no hay rostro en ese retrato, Inocencio X  aparece como  una figura “descabezada”, sin embargo la pintura tiende a lo mimético.  «Troppo vero!» la exclamación del  papa al ver su retrato, esa verdad ahora en una versión descabezada  acompaña o  enfrenta a las 24  pinturas de colores rojizos, podemos ver que todas son distintas , unas más oscuras otras más rosadas, incluso ocres, pero el gesto pictórico y la trama se mantiene .  Se genera una tensión entre esas  pinturas y el  “retrato de Inocencio X” que  en su versión original representa a “la verdad”, la verdad en pintura, en la pintura de EdC, sobresale el ropaje del papa, de color rojo intenso y sus faldones blancos, resalta el gesto tan característico de estar “agarrado” a la silla papal,  el cortinaje rojo de fondo cuida las espaldas del personaje, al mirar ese cuadro y  escuchar música barroca esas manchas y colores evocan algo teatral, pero no lo escenográfico sino más bien lo que está detrás , lo que esconden aquellos largos y pesados cortinajes rojos, en esta versión porteña aparece la añoranza de un pasado, ese cortinaje pesado nos recuerda, la oscuridad y  cierta humedad barroca de caserón antiguo, algo parecido a lo que el viejo Lezama nos cuenta en la Expresión Barroca.
 Al volver a mirar estas 24 pinturas me acuerdo de las obras de Teresa Margolles, ella recoge a manera de trapo menstrual la sangre de las víctimas de asesinatos del narcotráfico en México, para luego exponerlos, es decir ella presenta las evidencias ( cita al ladrón de bicicletas cuando expone la sábana –sudario con el rastro seminal y sanguíneo que acredita la virginidad de la amada.), sin embargo la obra de EdC va por otro camino, podemos reconocer en el gesto y el acto reiterado de manchar con el pincel, de mezclar los colores, buscando tonalidades descubriendo nuevas y  distintas  gamas experimentando con la sensualidad del óleo, alejándose del fantasma de lo figurativo acercándose al fantasma de la memoria, nos acordamos del rojo veneciano, de pintores como Tintoretto o Tiziano, del color rojo que utilizaban para simular el maquillaje de las mujeres, el acto de pintar alude a ese maquillaje, pero también al camuflaje, EdC insiste en pintar la carne y la piel en ausencia de un cuerpo, hay un olor a corporeidad que expelen las 24 pinturas, que se enfrentan o comparecen con el retrato “descabezado” de Inocencio X, al parecer  lo que se nos propone es buscar la carne en ese amasijo de colores.
Didi Huberman, en su libro  “La pintura encarnada”, nos habla  sobre “La duplicidad de lo lejano (El espacio óptico) y lo cercano (la casi caricia)”. Maurice Blanchot a su vez nos dice que el  “acercarse hace el juego de la lejanía”. Persistir con el r(ojo), pintar “de memoria”, como si se saboreara un costillar adobado con pasta de ají  como la antesala del saboreo pictórico, la agudeza  del ojo en la lejanía nos permite dimensionar esas manchas abstractas, sus múltiples tonalidades, existe una  búsqueda que va  acompañada con un gesto; la mano y el ojo se unen, no es un ejercicio objetivo de pantone, frío y distante, al contrario, nos provoca un acercamiento que tiene que ver con la emocionalidad y lo tangible, una búsqueda emparentada con el concepto de lo háptico, pinturas, colores y tonalidades  que acarician el r(ojo).


Antonio Guzmán Quintana


Quilpué, 31 de mayo 2020






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